miércoles, 5 de junio de 2013

El valor de una buena historia

A finales del pasado mes de mayo el gigante de la venta por Internet Amazon anunciaba a bombo y platillo su nuevo movimiento comercial, Amazon KindleWorlds. En su legítimo afán por convertirse en los reyes del mercado mundial del libro la empresa norteamericana había llegado a un acuerdo con Time Warner/Warner Bros para comercializar por vez primeras obras producidas por los fans de tres de sus series de televisión, “Gossip Girl”, “Pretty Little Liars” y “Vampire Diaries”, fuera del canon oficial de las mismas. Esto es, vender por vez primera y con licencia obras de fanfiction. Con este movimiento absolutamente inédito es cierto que Amazon abre un nicho de mercado colosal, pero con unas consecuencias imprevisibles.

Ya hablamos en esta misma bitácora, en la entrada dedicada a Game of Thrones, del fenómeno fanfiction. Un fenómeno que no es exclusivo de nuestro tiempo. El ejemplo más antiguo y conocido de fanfiction se lo debemos a un escritor que empleó el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda y que en Tarragona, allá por 1614, publicó una segunda parte del Quijote que se adelantó en un año a la aparición de la auténtica segunda parte escrita por Cervantes. Una obra que, si bien para los estudiosos cervantinos es muy inferior al original en el que se inspira, sí que gozó de un amplio prestigio entre los lectores el cual le ha hecho merecedor de haberse perpetuado hasta hoy día. Desde esos años del Siglo de Oro hasta hoy el fenómeno no ha hecho más que repetirse con el mismo éxito y, gracias a Internet, multiplicarse ad infinitum. Un claro ejemplo de ello es la última saga literaria que ha arrasado el mercado, Cincuenta sombras de Grey, que en origen nació como un fanfiction de la saga vampírica Amanecer.

Cierto es que el fenómeno fanfiction es tan natural como imparable, pero no menos cierto es que los autores protegen con celo a sus creaciones. Ya no solo es esa sensación de paternidad que siente todo creador por su obra, que también, sino que el derecho a la propiedad intelectual y a la explotación económica de la misma por parte de los autores es algo que debería ser innegociable. Por eso el saber hasta dónde pueden llegar esos gigantes comerciales como es Amazon a la hora de explotar el fenómeno fanfiction es, cuanto menos, inquietante.

Porque ya hemos hablado en ShotWords de la vital importancia que tiene el lector/espectador, el prosumidor, a la hora de convertir cualquier producto cultural en un fenómeno de masas. Muchas obras que artísticamente podríamos calificar de menores, son gracias a sus fieles prosumidores auténticas obras de culto, perfectos modelos de la cultura de su tiempo. Por eso en ShotWords pretendemos tener siempre presente que creamos historias para ser disfrutadas por el público. Y la clave para que esas historias lleguen al público y este las haga suyas es que sea buenas historias.

Y ya que hablamos de buenas historias tengo que adelantar que en breve, si todo marcha según lo previsto, los que visitáis estas páginas tendréis noticias de primera mano de nuestro proyecto transmedia. Si, en ShotWords no solo analizamos el fenómeno transmedia, sino que tal y como dice esta misma página web somos narradores. Así que dentro de pocas fechas os informaremos de nuestro primer hijo, un universo narrativo creado con todo lo que nuestra experiencia como narradores puede aportar y con todo el corazón que hay que poner en esta empresa. Un universo creado para el entretenimiento.

Ojalá ese universo llegue al público y este disfrute tanto con él como nosotros disfrutamos creándolo. Para cerrar la entrada de hoy no podemos resistirnos a mostrar este vídeo, maravilloso y divertidísimo ejemplo de lo que hemos expuesto, en el que se muestran las reacciones del público ante el último episodio emitido de la serie Game of Thrones titulado “The Rains of Castamere”. Uno de esos episodios en el que se produce un acontecimiento crucial para la historia pero que, como verán ustedes, no deja al público lo que se dice muy indiferente.

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