viernes, 24 de mayo de 2013

Webseries: Origen y ¿destino?


Que el impacto de Internet ha cambiado el mundo y ha supuesto una antes y un después en nuestra manera de contar historias es algo que ya hemos analizado ampliamente en este blog. Por eso queremos reflexionar ahora sobre un aspecto mucho más concreto: nuestro altísimo grado de conectividad, tanto a nivel individual como social, y los fenómenos que de ello se derivan.

Estamos permanentemente on line, expuestos al efecto multipantalla las 24 horas del día y los siete días de la semana, bien por motivos profesionales o lúdicos. En casa saltamos sin apenas darnos cuenta de la tele al portátil, y de ahí a la tableta, el e-reader o el móvil. Al salir a la calle, seguimos conviviendo del modo más natural con un sinfín de monitores: en el metro, en el tren, en los centros comerciales, sin olvidar al viejo y algo maltrecho cinematógrafo. Cabe afirmar, pues, que si el siglo XX fue el siglo de la imagen, el XXI se perfila más bien como el siglo de la pantalla.

Y cada pantalla es un soporte, una oportunidad para narrar, un campo virgen que propicia el surgimiento de nuevos formatos como las apps o las webseries. Centrémonos en estas últimas. Condensando la definición de la Wikipedia, resulta que una webserie es una serie creada para ser emitida exclusivamente a través de Internet, por lo que los episodios tienden a ser cortos (5-10 minutos) y el tono general más bien experimental. Estas producciones, continúa la Wikipedia, se han ido consolidando entre las audiencias más jóvenes, hasta el punto de que se puede hablar de un boom.

Pero claro, todo depende del modelo de industria audiovisual, y en el español, por desgracia, a veces media un solo paso entre “experimental” y “precario”, al igual que entre “boom” y “burbuja”. Así, se antoja casi metafórico que la webserie más exitosa se titule “Malviviendo”.

También habría que preguntarse por las causas reales de semejante vorágine de ficciones realizadas con escasísimos recursos, casi en plan guerrilla: ¿es porque nuestros jóvenes son muy inquietos y creativos? ¿O porque hay demasiados actores, directores, técnicos y guionistas no tan jóvenes que están en paro por la crisis del sector y prefieren hacer cualquier cosa antes que verse en el sofá mano sobre mano? 

Un problema añadido es que en el ámbito televisivo la webserie empieza a concebirse como el cortometraje en el cine, es decir: una escuela en la que los nuevos profesionales puedan ir curtiéndose, y en la que, por supuesto, todo el mundo trabaja sin cobrar y nadie está dispuesto a invertir. Y ésta es, sin duda, una tendencia peligrosa, por insostenible. Aunque hay gente muy talentosa haciendo webseries (sin ir más lejos hace un par de semanas ShotWords entrevistaba a Gracia Morales, guionista de La Grieta), es necesario preguntarse a dónde conduce toda esta efervescencia: ¿es una moda fruto de las circunstancias o una nueva línea de negocio que generará empleo y entretenimiento de calidad? 

Ante la incertidumbre, uno mira instintivamente por encima del charco, a ver qué se cuece en Estados Unidos. Y topamos con “House of cards”, una webserie protagonizada por Kevin Spacey en la que participan directores de la talla de David Fincher o Joel Schumacher.

Y entonces la conclusión es inevitable: así sí. 

miércoles, 22 de mayo de 2013

EÑE


Vaya por delante que esta entrada es un tanto atípica si nos atenemos a la temática de la bitácora. Pido disculpas por lo tanto a aquellos de nuestros lectores habituales que hoy se puedan sentir decepcionados. Pero es que, en ocasiones, es necesario recordar en voz alta o por escrito según que cosas. 

Y es que han pasado ya tres meses y medio desde que se abrió esta bitácora. Cuarenta entradas en las que el equipo que formamos ShotWords hemos tratado de analizar desde los intentos más primitivos de narrativa transmedia hasta las últimas novedades. Hemos hablado mucho de la necesidad de contar una buena historia, de los medios en los que contarla, del enorme potencial que ofrece la Era Digital a la hora de desarrollar universos narrativos. Sin embargo, como escritores, hay algo de lo que todavía no hemos hablado y creo que como declaración de intenciones o reflexión en voz alta teníamos que hablar. Y ese algo es de lo que no hemos hablado todavía es de la herramienta fundamental de todo narrador; el lenguaje. 

Si estás leyendo estas líneas y no necesitas traducirlas entonces es que eres un hispanohablante. Eres uno de los más de quinientos millones de personas en el mundo que hablan el español. La tercera lengua más hablada en el mundo y la segunda en comunicación internacional. Una lengua bella, antigua, heredera directa del latín y por ende del griego, lenguas del mundo clásico. Una lengua enriquecida primero por todos aquellos pueblos que cruzaron por esta vieja piel de toro para, posteriormente, multiplicar su variedad hasta lo inimaginable gracias a ese bestial y fascinante episodio histórico que es el descubrimiento y conquista de América. Episodio histórico gracias al cual nacieron, como reza en el artículo primero de la Constitución de Cádiz de 1812, los españoles de ambos hemisferios. Una lengua versátil, rica y sonora, en la cual hablaron y escribieron algunos de los literatos más grandes de la historia. 

En español escribió Miguel de Cervantes la primera novela moderna, el Quijote. En español escribieron sus versos Lope, Góngora, Quevedo... los grandes poetas y dramaturgos del Siglo de Oro. En español, en 1887, escribió Enrique Gaspar y Rimbau El anacronópete, la primera novela de ciencia ficción que hablaba de viajes en el tiempo, adelantándose así a H.G. Wells. También en español escribió Nilo María Fabra en 1885 una de las primeras ucronías modernas, Cuatro siglos de buen gobierno. En español escribieron Borges, Clarín, García Márquez, Neruda, Gabriela Mistral… y así podríamos seguir durante días.

Como escritores, puesto eso es lo que somos ya seamos novelistas, guionistas o dramaturgos, tenemos la obligación de conocer nuestra lengua y dominarla. La obligación de aprovechar los enormes recursos que nos ofrece como vehículo de transmisión de ideas. Porque cuanto mayor sea nuestro dominio de la lengua mayores serán los recursos a nuestra disposición para contar historias. Tenemos la enorme fortuna de contar con una institución como la Asociación de Academias de la Lengua Español, cuya labor es "trabajar asiduamente en la defensa, unidad e integridad del idioma común, y velar porque su natural crecimiento sea conforme a la tradición y naturaleza íntima del español", labor gracias a la cual nuestra lengua goza de una vitalidad maravillosa. Desaprovechar algo así sería de estúpidos.

Y si bien en esta bitácora hacemos uso frecuente de anglicismos, reflejo de este mundo global y digital en que vivimos en el que el inglés es la lengua por antonomasia, no es menos cierto que hablamos y pensamos en español, y que los personajes que pueblan nuestras historias hablan y piensan en español. Cuando el equipo que formamos ShotWords nos reunimos y de forma indefectible hablamos de la enorme dificultad de vivir de la escritura, muy a menudo nos olvidamos del dato con el que comenzaba esta entrada. Tenemos quinientos millones de potenciales clientes. Es cierto que los hispanos, por nuestra especial idiosincrasia cainita, nos perdemos en discusiones bizantinas sobre lo que nos separa en lugar de centrarnos en lo que nos une. Pero, por el amor de Dios, somos quinientos millones. Tan solo los escritores en habla inglesa pueden disponer de un escenario parecido. Ni los narradores franceses, italianos o alemanes, por citar tres ejemplos de países que han dado grandes literatos al mundo, pueden soñar con un mercado como el nuestro. Ya escribamos en Madrid, Montevideo, Quito, Bogotá, Buenos Aires, México… sabemos que tenemos quinientos millones de potenciales lectores, espectadores, jugadores. No tengamos dudas ni complejos, seamos valientes, aprovechémoslo. 


lunes, 20 de mayo de 2013

El mes de la Transmedia en España



Este mes es especialmente transmediático en nuestro país por muchas razones. Al estreno de la gran apuesta del cine español por esta nueva forma de contar historias, El Cosmonauta, se suman una serie de interesantes conferencias.

La primera tuvo lugar en el interesantísimo Medialab-Prado Madrid, el programa del Área de Las Artes, Deportes y Turismo del Ayuntamiento de Madrid que en la estela de Intermediae en el terreno social, es un laboratorio ciudadano de producción, investigación y difusión de proyectos culturales que explora las formas de experimentación y aprendizaje colaborativo que han surgido de las redes digitales. Desde nuestro punto de vista es uno de los grandes aciertos del ayuntamiento madrileño. 

Vicente Luis Mora en una foto para Revista Eñe.
En este especial espacio tuvo lugar el día 10 la Conferencia del escritor y crítico literario Vicente Luis Mora sobre la influencia de los nuevos medios en el ámbito de la expresión literaria, una actividad en el marco del ciclo de actividades Poéticas de la conectividad dirigido por Juan Martín Prada. En la conferencia, que se puede escuchar  y ver  aquí, el escritor planteaba la relación existente entre nuevas tecnologías y narrativa, en concreto la literatura, y documentó ampliamente el fenómeno de la ciberliteratura que en esta bitácora hemos venido analizando y ejemplificando. 

El 28 de mayo la Transmedia nos visita por partida doble, a las 18.00h en Telefónica Flagship Store, Gran Vía 28, Víctor M. López nos hablará de Transmedia dentro de las tan de moda e ilustrativas TEDx GranVia Salón. Para quien no le conozca, es socio fundador y CEO de @VodkaCapital,  creador y productor ejecutivo de Jell y Jamm vendida en más de 150 países y de Bugsted una miniserie de TV, un juego para iOS, Android y Web y un juguete, que se estrenará este otoño en varios países simultáneamente. 


Víctor M. López es cofundador del grupo de Internet Secuoyas y socio de Zinkia, uno de los responsables de nuestra gran universo Transmedia en la animación, Pocoyó, que junto a Las Tres Mellizas es la mas internacional de las creadas en España. Por lo tanto será sin duda un evento muy enriquecedor.

Y ese mismo día, una hora más tarde, se celebrará un evento Meet up para inaugurar un grupo para los amantes de la narración transmedia y creadores de universos narrativos que se manifiesten en diferentes plataformas (cineastas, escritores, dramaturgos, fotógrafos, diseñadores, desarrolladores) que creen que el rol activo del espectador. El Meet Up Transmedia Madrid, al que te puedes apuntar aquí, será inaugurado por Robert Pratten, uno de los precursores de la narrativa transmedia y fundador de la empresa Transmedia Story-Teller.

Robert Pratten.
Todas estas son, sin duda, grandes noticias para los que nos dedicamos de una u otra forma a la narrativa transmedia. En estas conferencias y encuentros se nos abren muchos campos interesantes, conocemos experiencias similares y conectamos con otras personas interesadas en crear universos. Las incógnitas, por desgracia, siguen siendo las mismas y a día de hoy no sabemos si en estas conferencias serán resueltas. ¿Se puede vivir de la transmedia en España? ¿Es primero el universo entero o una película, libro o serie de éxito que permita la creación de productos narrativos derivados? ¿Cómo producir transmedia en nuestro país sin morir de agotamiento?

Las malas críticas que están recibiendo a nivel narrativo algunas de las apuestas transmedia como ha sido el caso con el guión de la película El Cosmonauta, la cancelación de la serie Cult por lo exagerado de su premisa o las malas críticas a la falta de originalidad de Defiance, todas en este blog referenciadas, nos obliga necesariamente a una reflexión autocrítica. Una historia transmedia, como cualquier otra historia, tiene que ser ante todo una buena historia y debe merecer la pena ser contada. El esfuerzo para crear y producir un universo transmedia es titánico y no cualquier cosa puede o merece ser transmediada.


A menudo, la búsqueda de una nueva forma de financiación y/o promoción hace que se confunda el marketing transmedia con un universo transmedia, como para muchos ha sido el caso de El Cosmonauta. Esto trae como problema una decepción en las expectativas creadas, ya que el público espera ver un rico universo como Mátrix o StarWars y se encuentra con algo muy distinto.


De todo esto nos inquieta que acabemos agotando y decepcionando al público con la transmedia mal hecha. Es un error querer sacar tajada o aprovecharse de esta moda. Para hacer transmedia hay que tener primero una buena historia, valorar bien si tiene el interés y la potencia suficiente para ser transmediada y por último ser capaces de desarrollarla. Luego viene la madre del cordero: a quién se la vamos a vender o cómo la vamos a producir si no le encontramos comprador.



La realidad, para los que nos vamos metiendo en esto, es que la narrativa transmedia necesita de un potente entramado a nivel de producción, lo que requiere inversores, infraestructura, etc. Esto, por desgracia, nos hace augurar que una buena transmedia en España quizá no sea posible sin un gran grupo detrás, ya sea editorial o de comunicación. A esto se le suma la estrecha vinculación de la transmedia con las nuevas tecnologías y la necesidad de buscar aliados en las empresas que desarrollan de juegos y aplicaciones, industria en la que nuestro país no va a la cabeza precisamente. Para colmo, la crisis no hace sino acrecentar la fuga de cerebros y la marcha a otros países de las nuevas generaciones de ingenieros y programadores capaces de crear en nuestro país este tipo de empresas.

Esperamos que en estas conferencias y encuentros se arroje un poco más de luz. Como siempre aquí, en ShotWords, nos haremos eco de toda iluminación que nos llegue...